15 cuentos clásicos en canario para niños y mayores.


Queridos Amigos:

Ya está a la venta una de mis últimas publicaciones que con tanto cariño y esfuerzo he elaborado para el deleite de niños y mayores.

A continuación, les dejo su prólogo:

Prólogo: Hace poco andaba servidora de ustedes con mis cinco guapísimos nietos contándoles los cuentos clásicos de siempre cuando el flujo sanguíneo de mi cerebro me llevo a la confusión al ir dándome cuenta en mis propias alucinaciones auditivas de que aquellas narraciones habían sido escritas o por autores de poca claridad mental o con un cerebro falto de sensibilidad y ternura hacia los niños, porque a quien se le ocurre escribir para los “peques” y no brindarles alegrías sino sustos, y disgustos. Mi sorpresa inicial, en mi fugaz reflexión al descubrir tamañas barbaridades, se transformó en estado de asombro cuando enumeré la cantidad de narraciones que no sólo no les dan paz sino que el miedo interviene siempre en cada una de ellas: hermanos que echan al fuego de un horno a una maléfica bruja que se los quiere comer, ogros terribles que se quieren tragar a los niños, lobos feísimos que se comen a las abuelitas, madrastras que mandan matar a sus lindas y buenas hijastras, pajes que arrancan el corazón de un ciervo y lo entregan a una malvada reina haciéndole ver que es el de la niña a la que odia, hermanastras envidiosas, abusadoras y ofensoras, brujas malísimas que desean que las niñas se piquen con el huso de una rueca y mueran, cabritos devorados enteros por perversos lobos, niños huérfanos de padres y siempre desgraciados…, en fin, cuentos que realmente asustan más que una abeja rondando y que para el desarrollo emocional de la hermosa niñez nunca serán saludables.

Así es que por ello -y porque nuestro mundo se ha convertido en un mundo triste y lleno de tragedias, problemas, guerras, violencias, etcétera- me decidí a escribir estos cuentos clásicos en canario y en tono de humor, dándoles un giro jocoso y simpático y sólo con la intención de hacer reír a los mayores para que con estas lecturas olviden por un ratito tanto dolor…, pero sobre todo para hacer reír a los adorables niños, con el deseo de quitarles el miedo a “los malos” del cuento, a quienes pongo de fracasados en todas sus maldades. Además intento (y ojalá lo logre con la ayuda de ustedes, queridos lectores) que conozcan y no olviden nuestras peculiares palabras y frases canarias de siempre que nos identifican con nuestros orígenes , y que creo que tenemos el deber de protegerlas y de no permitir que estos modismos y localismos, voces y expresiones, se vean enturbiados por americanismos y peninsularismos porque además de ser correctas y estar contempladas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española forman el sello distintivo de nuestro querido pueblo, y defenderlas es deber y obligación de todos los que sintiéndonos canarios amamos a nuestra tierra. Desde aquí animo a los adolescentes, jóvenes y mayores a continuar apoyando y protegiendo nuestro léxico, nuestros refranes, nuestras coplas, nuestra cadencia y nuestro bello acento (incluso nuestra estupenda gastronomía). No nos olvidemos nunca de palabras tan hermosas como “gaveta, canutillo, fonil, millo, tunos, roscas, balde, chochear, fósforo, verguilla, zaguán, mi niño, trabucar, chocadura, enchumbar, cartucho, achicharrar, alongar, chiripa, novelero, pella, fleje, pejiguera, teniques…” y un largo etcétera, porque son palabras hermosas y muy nuestras.

Espero y deseo que sepan perdonar mi osadía al tratar estos cuentos clásicos en una lucha dialéctica por defender las raíces canarias, pero exhalo nostalgias con el consiguiente diluvio de lágrimas ante estas barricadas que cada día nos ponen delante y que nos aminoran nuestra riqueza verbal. ¿Entenderán los peninsulares estos cuentos escritos en canario? Seguramente no, pero al menos nosotros, los hijos de este maravilloso archipiélago lo pasaremos “dabuten” con estas lecturas, aunque tristemente vaya quedando lejos un lindo modo de hablar que no deseamos se quede en un borroso recuerdo. Abrazos hermanos. La Autora

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