Artículo publicado el 25/03/2008 en el diario La Provincia/DLP


                                            DE TODO UN POCO
Donina Romero               
 
                                      MEJORAR  LA  MEMORIA                       
                Sé que existen numerosas y variadas técnicas que intentan estimular y mejorar la memoria, pero parece ser que unas son algo eficaces y otras no, aunque supongo que también dependerá de la capacidad de aprendizaje, interés o cualidades que se desplieguen al respecto.  Y no es que crea que sea este un tema de apasionadas discusiones, pero sí una reflexión interesante que quiero compartir con ustedes, sobre todo con los que nos vamos haciendo mayores y nos salpica de vez en cuando la nube de la desmemoria.
         No cabe duda de que sentir la desmemoria en la biblioteca de la mente nos asusta un poco y nos fastidia (jeringa) a todos como una avispa rondándonos, pero aunque es sólo un pequeño obstáculo para vivir (mientras no roce la desmesura) a veces es bueno tenerla en momentos determinados (las ingratitudes, que te deban dinero, etcétera). Ya lo dice el refrán, “querer no es poder”, y aunque a veces queramos disuadirnos del inquietante problema, no podemos evitar entrar en contacto con la realidad y ahí estamos, un día, buscando en la cocina el costurero o las llaves del coche en la nevera o llegándonos al dormitorio con la espumadera en la mano y preguntándonos a qué hemos ido allí. Es como un mazazo mental, como un olor a medicinas donde sólo oímos el monólogo de nuestra voz queriendo convencernos, “es que tengo demasiadas cosas en la cabeza y no sé lo que hago”. Y no. Sin disimulos ni rodeos. No. Sencillamente somos uno más de los mortales que vamos ganando años y perdiendo memoria (irse el baifo), al fin y al cabo un capítulo más en el ciclo de la vida y que puede tener incluso hasta momentos divertidos. Por ejemplo, hace poco y asistiendo servidora de ustedes a una merienda de señoras, a una de ellas,  más enterada que una guía turística y protagonista como las cortinas de un salón, la desmemoria le jugó una mala pasada diciendo el año en que había nacido cuando un ratito antes se había quitado cinco años de un plumazo. Posiblemente tal olvido fue culpa de no haberse puesto antes en su casa en un estado alfa de meditación y ayudada por la postura del loto.
         Y es que, según oigo por ahí, no somos sólo los de mediana edad y los mayores (carracas del puerto) los que perdemos memoria. Los científicos consideran que entre los veinticinco y los treinta años comienza el deterioro de la misma y por lo tanto hay que cuidarla en lo posible. Hay a quien le ha ido bien para mejorarla comer rabos de pasas o “fósforos Ferrero”, que parece ser son tan vitales para la memoria como el agua para las flores, o quien usa la técnica de recordar las tablas de multiplicar, contar hacia atrás del mil al uno o recordar su infancia hasta el momento actual…, pero a mí  -qué quieren que les diga-,  todo ello me provoca aburrimiento y sueño (pardela) porque me parecen técnicas machaconas y monótonas que rozan la desmesura. Desmemoria no es igual a cerebro seco como el pejín, sino simplemente una pereza mental para ciertas cosas a la que hay que dedicarle paciencia…y resignación.                                     

                Gracias a Dios hasta ahora no sufro de amnesia (lo que no deja de ser una alegría), y a lo sumo me olvido de cosas como las comentadas arriba o del año de mi nacimiento, pero esto último no me preocupa tanto porque sé que es una “desmemoria colectiva” que nos comienza a todos (hombres y mujeres) a partir de los cuarenta y nos hace militar en las filas del olvido y del silencio. Que tengan un buen día.
         Y recordarles que para el miércoles 2 de abril, en el teatro CICCA, servidora de ustedes, junto a nuestro alcalde Jerónimo Saavedra, daremos un recital de poesía de los poetas de siempre a beneficio de Nuevo Futuro.

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