Artículo publicado el martes, 08/06/2010, en el diario La Provincia/DLP


                                        DE TODO UN POCO
Donina Romero
                             CUANDO  ÉRAMOS  JÓVENES…
          No creo que a nadie le haya resbalado la juventud como una bolita de mercurio por los hombros, y ni siquiera el transcurrir del tiempo puede ser enemigo de ello, porque en la memoria los fuegos artificiales del recuerdo alimentarán siempre los rincones del alma y ahí quedan, con momentos festivos, aquellas experiencias de nuestra añorada y querida juventud, una juventud que supuso para nuestras almas lo que el oxígeno para los pulmones, y mejor que unas vacaciones pagadas.
         Afortunadamente para mí tuve una juventud fácil y bonita, con una familia maravillosa, y aunque imagino que otros no corrieron la misma suerte creo que aún así la aventura de ser joven, de vivir ese guiño coqueto de la vida, con diástoles y sístoles, ausentes de la virtud de la paciencia (porque la juventud dura poco y nunca se recupera), sin enciclopédicos conocimientos, con el pulso acelerado y con un timón jugando a ganadores, fue hermosa porque éramos puro nervio y cómplices del vivir…, de aquel vivir placentero en nuestra isla, en nuestra ciudad, sin miedo a robos, drogas, tirones…, con la puerta de nuestra casa entornada todo el día sólo con una aldaba y la talega para el panadero (incluso ya con el pan dentro) colgando del pomo de la misma, los juegos callejeros sin temor al tráfico ni a maleantes porque para los niños había como un hada madrina usando sus poderes, con los paseos dominicales por nuestra calle Mayor de Triana o la avenida de la playa de Las Canteras después de acudir a un cine y comernos un dulce en cualquier pastelería de nuestra serena ciudad porque nuestros padres no nos daban más duros, y todos más alegres que una campanilla de alzar en misa.  Los chicos, inmaculadamente aseados y con cierto subidón de vanidad, tenían pinta de héroes -como si ellos solos hubieran ganado una guerra-, lamentando el momento de hacer el servicio militar, y las chicas dábamos testimonio de moralidad con nuestra correcta conducta, pues no estaba bien visto ser poco serias (enraladas, cabras). La juventud de hoy está a 60 millones de años luz de la de mi generación, pero que respeto porque cada generación tiene sus modos y modas.
         La vida entonces era sencilla como una vajilla de loza y la tranquilidad corría por las calles como la calma-chicha. Aquella preciosa como breve etapa de nuestra existencia fue como vivir en Caramelilandia, con una subida diaria de adrenalina y todo sonando a música celestial porque teníamos el corazón lleno de hurras, requeteolés e ilusiones (aunque ya sabemos que las ilusiones no tienen edad), pues todo nos parecía perfecto como un sancocho en su punto…  Pero, lamentablemente, la felicidad total es inalcanzable y aquel mundo casi mágico, donde jugabamos al “tin-marín – de dos pingüé – cúcara – mácara – títere fue, al clavo en la playa,  a la piola, al cogido, al teje, al escondite, etc.”, ya no existe porque se ha convertido hoy en un lugar peligroso y temible para vivir porque está loco de atar, porque hoy los seres humanos sólo somos barcos que se cruzan, nos sentimos menos confiados, el odio y el rencor han conducido al desamor y a la guerra,  no le ponemos remedio (a pesar de ser conscientes) a esa mitad del total mundial que vive por debajo del umbral  de la pobreza, y porque realmente es triste crecer, dejar la infancia, la juventud y ver que ya la vida no es masilla entre los dedos sino, como decía la escritora Lidia Brusaferri: “un triste baile en el que pocas personas se mueven a compás”. Y aunque creo que la vida sigue siendo bella, para no ser tan pesimistas yo añadiría un hermoso pensamiento de Charles Darwin: “la persona que se atreve a desperdiciar aunque sea una hora de su tiempo, no ha descubierto aún el valor de la vida”. Pero volviendo a lo anterior. Sí, la juventud fue la vida y una época maravillosa que se desvaneció lentamente como una puesta de sol, pero donde al menos nos han quedado los recuerdos ondeando como una bandera. Y esto ya es mucho.  Que tengan un buen día.

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