Artículo publicado el martes 19/05/2015 en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

LOS CELOS

No cabe duda de que los celos son una reacción negativa ante algún conflicto emocional, aunque ese conflicto se lo pueda crear la propia persona celosa aún a sabiendas de que le pueda llevar a cierto desequilibrio, porque ve donde no hay. Los celos nunca conducen a la paz y es preferible que la persona encelada no provoque un disturbio en el otro porque sería como lanzar gasolina al fuego.

Aún está fresca en mi memoria una historia que presencié en la playa de Las Canteras, cuando servidora era una ingenua adolescente. Ocurrió que una joven pareja enamorada, alborozada y juguetona, retozaba placentera en sus horas de baño y sol con el recato que en mi época (bendita época) se exigía para no escandalizar a la sociedad (ahora importa un rábano que se escandalice hasta a los niños, válgame Dios). Los dos parecían inseparables como el lunes y el martes, hasta que la moza, guapa y coqueta, corrió a darse sola un chapuzón mientras su festejante la observaba embobado desde la rubia arena.

Un chico, en el agua, entabló conversación con ella mientras chapoteaban y reían, pero ahora el noviete miraba la escena con cara de indio cheroqui o como un toro al color rojo (encarnado), mientras se le desordenaba la circulación sanguínea y la visión le resultaba peor que tragarse una jirafa entera, convirtiéndolo en ese momento en más peligroso que un yogur caducado. Creyéndola poco seria (relajona) y con el nerviosismo acrecentado, esperó a que la chica regresara, y sin preguntarle si aquel muchacho era o no conocido de ella, le montó un cirio que rozaba la desmesura, como si la joven fuera culpable de algo y merecedora de tan despótica como demoledora reprimenda.

La joven, ofendida (afrentada) y en silencio, recogió sus bártulos playeros y vistiéndose salió de allí abandonando a aquel ofensor con sus crueles palabras. Cierto es que no sé cómo terminaría aquella relación, pero sí creí que no tenía visos de acabar en boda. Como adolescente quedé parada como una momia de la época de los faraones, pero me sirvió para poner pies en polvorosa ante los celosos, porque los celos, sean de la índole que sean, son muy desagradables, pero peor aún si son sentimentales, porque pueden hacer del celoso un enterrador. Que pasen un buen día.

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