Artículo publicado el martes pasado, 13/09/2016, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

LAS MENTIRAS

Afirmaba Goebbles que “una mentira mil veces repetida acaba adquiriendo carácter de verdad”, pero creo que tal aseveración es sólo una esclavitud para el embustero, que se instala en un mundo de conducta negativa mientras no quiera ponerle remedio a tan desagradable situación. Sobre la mentira alguien dijo que si no se corrige a tiempo es como una mancha de humedad, que va creciendo y se nota cada vez más. Viene todo esto a cuento porque este verano, en la playa, y reunida servidora con varias amigas de mi juventud, una de ellas, casualmente compañera de estudios de mi infancia y adolescencia, se atrevió a quitarse de un viaje cuatro años, dejándome a mí casi como su abuela, lo que me hizo gracia sin dejar que me jeringara un poquito. Por supuesto, mi boca no se abrió y quedé callada como un tuno.

Siempre he pensado que el alma sólo puede verla Dios, y que quien miente por costumbre ya tiene su propia cárcel consigo. También entiendo que a veces tenemos necesidad de disimular ciertas vivencias, porque todos los seres humanos nos encontramos con dificultades en la vida y no nos apetece contarlo y cantarlo a los cuatro vientos ya que, entre otras cosas, nadie vendrá a echarnos un cabo. Pero una cosa es disimular un hecho y otra bien distinta inventarlo.

La mentira, además de ser más desagradable que un lunes, tiene las patas muy cortas, y equivocado está el mentiroso que cree que su oyente muerde el cebo porque, más tarde o más temprano, la verdad sale a la luz. A veces la estupidez humana suelta patrañas que corrompen el espíritu, y no es precisamente un espectáculo edificante ni para quien miente ni para quien oye las trápalas. Resumiendo. La mentira turba la paz, siempre y cuando no sea piadosa, porque esta última sí es perdonable y puede ser eficaz cuando se emplea con cuidado.

Meterse en las arenas movedizas de la falacia, los infundios, los embustes, la mendacidad es solamente tirar voladores mojados que no llegan a ninguna parte. Y no vale la pena. En fin, es sólo una reflexión subjetiva y espero que no me crucifiquen por ello. Que tengan un buen día.

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