Artículo publicado el pasado martes, 01/11/2016, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

¿ SEPULTURA TRADICIONAL?

A pesar de que las cremaciones o incineraciones a personas fallecidas fueron aceptadas por la Iglesia Católica en el año 1963, siempre dudosa a este respecto aconsejaba por otro lado la sepultura tradicional dado que, basada en la Santa Biblia, piensa y cree que esto último está más de acuerdo con el misterio de la resurrección, después de la 2ª venida de Jesucristo.

Pero ahora, de golpe y porrazo y cuando más cremaciones se practican en este siglo XXI, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha emitido un documento, aprobado por nuestro querido Papa Francisco, que prohíbe aventar o desplazar las cenizas en mares, bosques, montañas, etcétera, lo que deja a más de uno sorprendido, con la sangre rebelada, en estado meditativo y sin saber cómo hacer cumplir su último deseo o voluntad, pues aunque el problema parece cosa baladí no lo es en absoluto.

Sea como fuere, oída la inesperada noticia, el aumento de preocupación de todos los mortales ha encendido disputas, pues habiendo tantas sensibilidades ofendidas de por qué la Iglesia se mete en tales decisiones de cómo prefieren los habitantes de la tierra dirigir sus pasos hacia el camino de la nueva vida, dejar morir a la “víctima” con su enojo e insatisfacción parece una falta de caridad y respeto, pues aunque la Iglesia piense que esta reacción es solamente un momentáneo trastorno emotivo que no sirve para nada a la hora de la verdad, lo cierto es que dar rienda suelta al llanto, no dormir bien o tener una subida de azúcar por falta de calma interior por esta desasosegada causa, es digno o de una enérgica protesta o de buscar refugio en el silencio, aceptando resignados y sin demanda de auxilio esta idea que de pronto ha cristalizado en nuestra Santa Madre Iglesia sin derecho al diálogo.

La permanente inquietud que oigo por ahí sobre este “mandato”, comienza a dejar la atmósfera un tanto irrespirable, pues es evidente que el ser humano, siempre propenso al melodrama, está ahora en un tris de ser incompatible con la Iglesia por la palabra “orden”.

Buda fue un príncipe hindú llamado Gautama que predicaba “la inevitabilidad del sufrimiento humano”, por lo tanto, si aceptamos sufridamente este veraz pensamiento con “la orden” de qué hacer con los restos de nuestra emigración a otro mundo, mejor será que acatemos la difícil situación y dejemos nuestro cuerpo, ya incinerado, a merced de los caprichosos deseos de nuestra familia, y nosotros a morir tranquilos que ya sabemos que la muerte es el puerto del reposo. That is the question.

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