Artículo publicado hoy, 11/11/2009, en el diario La Provincia/DLP


                                       DE TODO UN POCO
Donina Romero   
                        ¡AHI TA LA MADRE DE LA BAIFA!
Hoy vengo de canariona, evocadora como siempre de nuestros modismos, con una historia plagada de nuestras queridas palabras, para conocimiento de tanto peninsular que vive o pasa por nuestras islas.
Sucedió en un pueblo del sur de nuestra isla de Gran Canaria (“Gran”, aunque a alguno le pique). Eran dos amigos: uno torcido (garabato) y el otro alto, flaco (pírgano) y tieso como si tuviera un volador atravesado, que se pelearon físicamente (fecharon a pegarse) por querer enamorar (mosear) a la misma mujer: una hembra restrallona, de buenas carnes (machorra de buen porte) y con dinero (perras, monis), que se les había metido en el tino a ambos dos. Cada uno se tenía bien guardado tal sentimiento amoroso, hasta que en una melopea (borrachera, tajada) de verbena de verano, entre el vino barato (peleón), los champurriados de ron y ginebra, los vuelta y vira de cerdo (cochino) más los cohetes (voladores) y la alegre música de la banda municipal, se confesaron uno al otro los amores por aquella madurona algo liviana de cascos (enralada, relajosa, cabra) y que estaba más buena que el pan mollete, o sea, una pepona, aunque con ojos de pájara echada. Majaderos ambos y templados como requintos, por ver quién se la quedaba entraron en una acalorada y machacona discusión mientras continuaban con los tanganazos de alcohol.
  Aquello iba camino de un jaleo (guirigay) dado los gritos (esperridos) de los dos íntimos e inseparables amigos, mientras el gentío (genterío) de la verbena, que ya se había arremolinado, esperaba de ellos una batalla a pedradas (guirrea), deseando además que un guardia (guindilla) no apareciera por el lugar y les chafara el espectáculo. Los gigantes y cabezudos (papagüevos) estaban a punto de llegar a la alameda y aquellos dos bobos (guanajos, sopabobos, bobilines, mentecatos, etc.) seguían diciéndose cantidad (fleje) de cosas que iban a estropear (encharcar) su eterna amistad por culpa de aquella machorra. El “pírgano” propuso jugársela al ”tin-marín-de-dos-pingüé, cúcara-máscara-títere-fue”, pero de pronto el “comino” le largó un puñetazo (trompada, piña) al “pírgano” que lo dejó del golpe (macanazo) mascando en seco y con la cara llena de muecas (regañizas) del dolor. El “pírgano”, rabioso, pidió al público un ladrillo (tenique) para romperle la cabeza a su amigo del alma, pero éste con el enfado (calentura) por todos los poros de su pequeño “body”, bebiéndose de un sorbo (buche) el resto del vaso de vino o lo que fuera, y con la ebriedad (templadera) a punto de hoguera (fogalera), le volvió a sacudir dos piñas más que lo dejaron zangoloteando a paso de vals mientras la disputa, el altercado (pelotera) reunía a muchos más (jarca) que ya apeñuscados apostaban por cual sería el ganador.
  El “pírgano”, encrespado (engrifado) y doblado como una alcayata, se despertó (espabiló), cogió arrestos y le levantó el puño con la intención de dejarlo casi muerto (con la quilla en el marisco), y ahí andaba el hombre envalentonado cuando apareció la restrallona acompañada de un ropero de cuatro puertas abierto y con nariz de boxeador, que miró a ambos dos dándoles de merecer (dar por los besos) y paseando con la pepona por la alameda a ritmo del pasodoble de la banda municipal, mientras ella les observaba indiferente. Los dos amigos se miraron y el “pírgano” (que fue el que más leña recibió) le dijo al “comino”, “chacho, ¿y por una mujé, que hay más en el mundo que lapas en un risco con marea baja, nos peliamos yo y tú, que somos como hermanos ende chiquititos? ¡No, hombre, lo primero es la amistá y aluego los amoríos”! Contestándole el “comino”, ¡Ahi ta la madre de la baifa!”  Fundiéndose ambos en un apretado abrazo que les dejó el alma serena y el corazón lleno de amistad. Y es que la verdadera camaradería, la confraternidad, la hermandad es un tesoro difícil de hallar y más dulce que una tableta de chocolate, y hay que luchar siempre por conservarla. Buen día y que Dios me los bendiga, mis hijitos…

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