Artículo publicado hoy, 28/10/2008, en el diario La Provincia/DLP

                                               DE TODO UN POCO
Donina Romero
                                                  LAS   SUEGRAS I
         Mi amiga, al teléfono, gemía desconsolada porque la nuera le había increpado, con alguna descalificación, el no haberle dado al nieto el biberón a su hora descontrolando así su horario, y andaba la pobre mujer que no sabía cómo sobreponerse de aquel mal trago. Me pidió compungida que escribiera sobre las incomprendidas suegras, y aquí estoy, siempre intentando ser prudente a la hora de hablar, porque voy abiertamente reñida con esa constelación de personas “sinceras” que lo único que consiguen, con esa sinceridad, es causar un daño con su grito guerrero y sus duras e imprudentes manifestaciones. Así es que hoy espero que no me falten la discreción y el valor (ojalá no sea un vano intento) para persuadir a más de uno/a de esa torre de descalificaciones y críticas que creen que se merecen las suegras sólo por ser suegras, y que piensan que dan más mala suerte que un elefante con la trompa hacia abajo. Y conste que no estoy en pie de guerra ni va este artículo para esos hijos políticos que son el orgullo y la satisfacción de sus políticas madres. Yernos y nueras buenos, que haberlos haylos. De los otros ya les hablaré en el siguiente artículo.
De entrada no cabe duda de que la palabra “suegra” suena al rugido del león de la Metro Goldwin Mayer, a persona dura, con corazón de águila, a zona peligrosa y a una metomentodo de áspero tono; y no me cabe la menor duda de que haberlas haylas (pocas, a Dios gracias, y aún así pido indulgencia para ellas), pero las otras, las buenas, que son la mayoría, se han ganado el derecho a ser queridas y respetadas por nueras y yernos, pues sólo viven deseando hacerse merecedoras de su cariño, siempre sonrientes aunque el día se haya levantado con grietas, disculpando las humanas pequeñeces de los demás, enseñando a los nietos con su sabiduría, con la experiencia de la edad, con los dedos rebosando caricias para ellos, porque para sus nietos están siempre bajo los efectos de la ternura y no les importa desperdiciar tiempo y energías y hacer más cosas de las que pueden por esos enanos, hasta caer agotadas porque los andamiajes del cuerpo ya no son los mismos que los de la juventud… Y además invitando siempre la casa o sea las suegras: almuerzos a lo largo del año, regalos de cumpleaños, navidades espléndidas, reyes estupendos, nietos cenando, merendando… de enero a diciembre y preocupadas de que se lo coman todo (hasta las raspas), desveladas por las enfermedades de sus enanitos que ya pueden ser adolescentes… y en fin, tragándose los prontos (rebelinas) de todos y sacando para todos la bondad y el amor que es algo que nunca pasa de moda, como un secrétaire del siglo XVIII.
Con las nueras “raras” y más secas de carácter que una jarea, que en lugar de hablar gritan (dan esperridos) prepotentes (sabedoras), que buscan pleitos (rifirrafes), que ofenden (afrentan) y se engrifan por cualquier cosa, y sin ponerles la fechadura intentan complementarse, aunque algunas les salgan unas espesas mentales y más difíciles que escalar el Teide con una mochila a la espalda de cien quilos… y además disimulan los desaires para no molestar a su hijo, cuando con esas nueras deberían estar serias como un retrato y mandarlas a coger olas o al carajo de una vez por todas. Con el yerno “raro” y pesado (cho plomo) otro tanto, aunque el órgano olfativo le indicara a la suegra desde un principio y cuando noviete de su hija que no le gustaba porque lo veía juerguista (hombre de farra), pero que si no se lo tomaba con un toque de humor, lo iba a tener todo de color negro, porque no quiere disgustar a su hija y prefiere pasar por boba (tabaiba). Y siempre evitando a toda costa el riesgo de herir susceptibilidades a unos y a otras. En fin…, las suegras…, mujeres con el amor y la buena voluntad metidos en la sangre, pero con una cierta edad que ya no lo soporta el cuerpo ni quizá el alma, que sólo aspiran a un poco de reposo. Un tema espinoso y con huecos para reflexionar. La próxima semana “las buenas y las malas suegras II”. Que tengan un buen día.

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