Artículo publicado hoy martes, 21/04/2015, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

HIJOS DE LA ABUNDANCIA

No sé a ustedes, queridos lectores, pero a servidora me faltan la palabras y tanto el asombro como el desencanto han llegado a las fibras de mi corazón desde hace un buen puñado de años. Y lo expreso sin temor a equivocarme, aunque a veces no haya respuestas para ciertas preguntas.

Está clarísimo que hoy ciertos padres están lisiados de autoridad porque los niños han ido entrando a hurtadillas en la potestad de esos progenitores, comiéndose el mando sigilosamente y debilitando sus propios criterios. No cabe duda de que las cosas han cambiado mucho en los últimos años, y en lo que respecta a la educación de los hijos hay padres a los que no les ha quedado más remedio ¿? que entrar al trapo, porque sus vástagos les han dinamitado la autoridad hasta el punto de afectarles al cerebro, ya que lo que no se entiende es que a estos chiquillajes se les permita tener absolutamente de todo y todo carísimo, porque además estos chiquillajes, repito, exigen siempre artículos de marca, de firmas súperconocidas, exigiendo que los vaqueros sean de tal o cual nombre rimbombante (aunque estén rotos y deshilachados. En mi época ver eso era ver a un mendigo y ya estábamos dispuestos a regalarles un pantalón decente o ponerles una moneda en la mano), las playeras cuanto más costosas y escandalosas en colores mejor que mejor (y además poseer al menos tres o cuatro pares), los bañadores han de ser lo último que ha salido este verano, y de igual forma los jerseys, camisas, chaquetas, bolsos (también con tres o cuatro piezas de cada), cortes de pelo extravagantes en los niños, mientras las niñas a la peluquería para darse las mechas californianas, dinero para toda la semana y mucho más aún para el findi (como ellos le llaman al fin de semana), e incluso muchos de estos chavalillos con la moral distraída en cuanto al sexo y sin entender el significado del pecado y desconociendo la existencia de Dios.

O sea, parece que hoy ciertos autores de sus días necesitarían un hada madrina que les prestara la varita mágica para enderezar a estos hijos tremendamente consumistas, pues por lo que se ve sus procreadores son incapaces de imponer autoridad y con tremendas dificultades para educarles, porque estos chicos/as han demostrado que están dotados de un sexto sentido para darse cuenta del lado débil de esos padres y manifiestan sus empeños y caprichos con la pataleta o, con lo que es peor aún, con la fuga de casa. Conozco alguna que otra triste historia.

A estas necias criaturas las leyes equivocadas les han hecho creer que solamente tienen Derechos pero no Deberes, y ahí están ellos, desvergonzados, incluso levantándole la mano a sus progenitores, chillándoles y no sé cuantas aberraciones más y los padres sin tomar medidas porque estos listillos se han encargado de hacerles sentir inseguridad, ya que han aprendido a utilizar la coacción y no desperdician el uso del temor para hacerles temblar.

En mi época, una buena cachetada a tiempo y la voz seria y contundente de nuestros padres, nos dejaban bien relajaditos y hasta agradecidos a su freno: un arresto sin salir de casa por malas contestaciones, fin de semana sin amigos por malas notas, un buen tirón de orejas por no respetar el impuesto horario de entrada al hogar y, sobre todo, la voz de mando en aquella jerarquía, con un ¡aquí mando yo, mientras vivas bajo mi techo! pero sin perder de vista el amor y el diálogo. Creo y pienso con rotundidad que de este modo toda esta locura incomprensible cambiaría y los padres volverían a ser padres y los hijos, hijos. Que es de lo que se trata y como tiene que ser. Ay, Señor, qué cosas…

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