Artículo publicado hoy martes, 23/06/2015, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

AY, ESTA ISABEL PREYSLER…

Decía Lichtenberg que “nada es más beneficioso para la serenidad del alma que no tener ninguna opinión”, pero no lo puedo evitar: el tema de hoy me puede y voy a opinar porque soy rebelde para estas cosas (panchona revirada). Me parece de auténtica vergüenza que algunos medios de comunicación, ya sea la televisión u otros medios, dediquen largos espacios, y no precisamente edificantes, a la señora Isabel Preysler para mostrarnos su lado (su único lado) interesante: cómo conservarse joven a los sesenta y cuatro años de edad y cómo es de grandiosa su mansión con tropecientos cuartos de baños (“villa meona”, como la conocen). Y digo yo que este caminar de los humanos en la rueda de la existencia es algo más que ser adictos a la posición social o a que las arrugas se mantengan lejos del alcance del rostro, pues bonito fuera que llegáramos a estos frívolos extremos para convertirnos en personas oscuras como calles sin farolas.

Me asombra una vez más que se le dé tanto bombo y platillo a la señora Preysler, y que se la tenga además como paradigma de la mujer perfecta, (¿?). ¿Se es perfecta por el éxito mundano, por estar estéticamente operadísima de todo y sólo vivir para las portadas de las revistas del corazón, lucir modelos de firmas, cambiar de maridos como de bragas y mostrarnos su palacete? Desde luego creo que cada fémina es bonita a su manera, con o sin arrugas, faltaría más, porque lo que importa es que refleje en su rostro y en su personalidad que ha vivido, que ha sufrido, que ha amado, que ya tiene la hermosa cordura de la madurez, que se ha hecho a sí misma, que ha sacado adelante un hogar y a unos hijos con empeño, con trabajo, con sacrificios, todos bajo sus alas, vigilante, triunfante en la batalla de la vida, porque todo lo demás es tan falso como un diente de madera.

Creo que esos medios de comunicación hacen daño a nuestra sociedad (sociedad en la que lamentablemente al que no tiene dinero se le arrincona) y se equivocan al mostrarnos a una mujer que aparenta que sólo ha vivido y vive para ver coronada la cima de sus ambiciones (puedo estar equivocada, pero al menos ésta es la imagen que ha dado a lo largo de los años, y ya lo dice el conocido refrán, “no sólo hay que serlo sino parecerlo”), apergaminada, casi embalsamada, con aspecto de cerebro de corcho y que se irá de este mundo con las manos vacías. Aparte de que hasta la más guapa se despachurra cuando le llega la ancianidad y no sé si esta mujer lo podrá resistir.

Y no es que servidora le tenga aversión a esta señora como al cloro de las piscinas ni me moleste como una faja apretada pero, por las barbas de Neptuno, ya me siento empachada (jarta) de ver a esta “maniquí” (tollo compuesto) como una mosca cojonera continuamente en las revistas, que la retocan hasta el punto que parece que tiene veinte años y ella, la boba, se lo cree, que sólo muestra superficialidades y maridos diferentes y con hijos de diferentes maridos. Existe una máxima que reza que “si posees el saber lo tienes todo, y si no tienes el saber no posees nada”, con la que estoy bastante de acuerdo, aunque crea que no hay que ir de sabelotodo por la vida; pero lo que está claro es que una imagen vale más que mil palabras y la de la señora Preysler es absolutamente hueca e insubstancial y lo siento por ella pues como decía Buda, “nadie está más vacío que quien está lleno de sí mismo”

La Preysler es porosa como una esponja para absorber todo lo que le conviene e importándole un rábano lo que se critique de ella, porque continúa manteniéndose fiel a su capacidad de resolución cuando algo o alguien se le incrusta entre ceja y ceja. Que tenga un corazón excesivamente enamoradizo no es culpa de ella, pero, carajo, al menos que hubiera esperado un añito a destapar el culebrón con el Vargas Llosa y no a los nueve meses de muerto el Boyer y descubriendo ahora sin vergüenza alguna que llevaba su relación con el escritor peruano desde hace cinco meses. O sea, que la Preysler, con esa pose de estudiado señorío se la estaba pegando sin respeto alguno al pobre exministro fallecido con el Nobel y el exministro desde la tumba en el guindo. Hay que ver!

Desde luego que no se puede quejar la donna: primero un cantante, segundo un marqués, tercero un ministro y cuarto un Premio Nobel. ¿Quién será el quinto? Millonario seguro, pues aunque fuera un vejete pero con petrodólares estaría la mar de contenta, ya que nunca mejor nuestro refrán español, “sarna con gusto no pica”, y ella tiene sus objetivos muy claros.

No quiero despedirme de mis queridos lectores sin comunicarles que los día 26 y 27 de este mes de junio, viernes y sábado, a las 20:30 horas, se repondrá en el Teatro SIT (Antiguo Asilo de Ancianos) mi monólogo “SOLO ESPUMA”, con la genial Guacimara Correa. Me encantaría verlos ahí. Que tengan un buen día.

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