Artículo publicado hoy martes, 25/10/2016, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

LA CALVICIE MASCULINA

Todavía no he visto a ningún calvo, por estos mundos de Dios, a quien le siente tan bien la calvicie como a aquel gran actor, Youl Bryner, que con aquella hermosa cabeza exenta de una buena cabellera y con su hombría y aquellos ojos más negros que una noche sin farolas, le dio sopa con ondas a la más bella cabellera de Charlton Heston en Los Diez Mandamientos. Y a nosotras, las mujeres, nos dejó tocadas de pasión ante el brillo reluciente de su famosa calva que sedujo al planeta entero. Y de ahí, lo que ahora les voy a relatar, porque para gustos colores y flores.

Lola, la del sur de nuestra isla, celosa por haber trincado a su marido con otra, le decía mal sentada por los nervios en el banco de la alameda, llena de rabia y celos delante de sus amigos Encarna y Rigorio, “estás bonito tú, Marciá, p’a ponerme los cuernos con esos años arriba del lomo y la fibra capilá estropiada y con sólo cuatro pelos arriba de ella. Calva y encima opaca”. A lo que añadió su íntimo amigo Rigorio, “sí, Marciá, porque esa cabeza pelona está más fea que una mala palabra, más por lo opaca que por los cuatro pelos que te quedan. Pero p’a que se ta vaiga el complejo, yo te voy a dar una receta, de mi agüelo Inacio, que no era calvo porque la palmó con una pelambrera p’a rellená un colchón y nunca se puso ni champunes ni na de na, pero conocía esta receta que te voy a dar. Mira, si tú to los días te pasas por la calva un cacho trapo empapao en vinagre caliente y aluego lo frotas con una gamuza, verás tú que te brilla como un espejo”.

A lo que siguió Encarna, “eso es verdán, porque a mi primo Expedito la calva le brilla como el sol, porque hace lo mismo con el vinagre ende hace una jartá de años y Maruca, la mujé, cuando va a una verbena y a la media noche ya tiene desgastaos los emplastes de la cara, no se retoca en un espejo sino en la calva de mi primo Expedito y se queda otra vez arreglaíta, arreglaíta”.

A lo que les atajó Marcial, “yo no tengo complejo ninguno con mi cabeza, ni de calva ni de opaca, y tan contento que estoy con ella. Y p’a el que lo tenga, con no quitarse el cachorro tiene el problema resuelto. Y más te digo, Rigorio: prefiero un calvo vivo que otro con buena pelambrera, pero muerto. Y tú, Lola, asiéntate bien y cierra las piesnas, que se te ve jasta el númbero del zapato. Y eso sí da vergüenza, mi niña, y no mi calva”

That is the question. (extraído de uno de mis sainetes costumbristas).

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