Artículo publicado hoy martes, 26/02/2013, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

LA FAMILIA

Llevar el barco con la familia dentro no es todo rosas en la travesía, porque hay que saber pilotar la nave que a veces se escora a babor o a estribor, según el peso y el viento, así que el término medio es el ideal, o sea, sujetar el timón con fuerza pero sin exceso, porque ya se sabe que “con las cuerdas flojas la música de una guitarra no suena bien, en cambio si se tensan demasiado se rompen”.

Sé de familias que sólo se han dado mortificaciones entre ellas y que andan metidas en continuos conflictos bien sea por incompatibilidad de caracteres, envidias o herencias mal distribuidas, pero todas hacen de su entorno un clima irrespirable. La familia es lo más hermoso que nos puede tocar, pero hasta las estrellas más luminosas pierden brillo, y el desequilibrio en una parentela bien llevada puede aparecer en cuanto uno de sus miembros descuide la unión y se sumerja en intoxicaciones verbales o en el descontrol de sus impulsos, remando contra la corriente familiar y olvidando el aroma de la paz.

Indudablemente la felicidad hogareña no se basa en cantar de la mañana a la noche “Popeye marinerito” o “Susanita tiene un ratón”, porque los conflictos existen y el clan está para resolverlos. He leído por ahí que hay cientos de miles de familias en el mundo cuyos miembros, en sus relaciones envenenadas por el odio y la incomprensión, viven sin red de seguridad en sus vinculaciones, y en su cólera sacan el látigo en menos que canta un gallo, defendiendo su terreno con la fuerza y no con la inteligencia, o sea, con un desamor que lo destruye todo.

Quizá me empeñe en penetraciones tan profundas como inútiles, pero siempre he creído que el amor con cierta autoridad hace posible que no se desmadren los miembros de la familia. Y si no es así, me pregunto, ¿de quién es entonces la culpa de estos desaguisados? Me temo que lo tengo complicado, pero como deseo acabar con este razonamiento, volvemos a lo de antes y me ratifico: la nave, en su travesía, debe asegurarse de tener un timón seguro y fuerte y el piloto ciertas dotes de mando, porque si no es así se irá a pique como el “Fefita 2” en alta mar. Elemental, querido Watson.

Sumario: El equilibrio familiar es un esfuerzo diario que siempre lleva a buen clima.

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