Artículo publicado hoy martes, 27/09/2016, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

FALSOS CONFORTADORES

Decía Arthur Schopenhaure que “cualquiera puede solidarizarse con la pena de otro, pero solidarizarse con la felicidad de otro, eso es atributo de los ángeles”. Y como a servidora no me gustan las medias tintas, he de decir con el vigor que hoy me pueda dar mi pluma que, efectivamente, a veces las personas no son exactamente lo que parecen ser, y ya se sabe que esto es tan antiguo como Sócrates. Son muchos, infinitos “los consoladores de penas”, de lutos, de dolores, de enfermedades, de tragedias…, y ahí están siempre, en este lado del velo, ofreciendo su trato de confianza, de amistad, traficando con la mentira de sus afectos pero tan peligrosos como una máquina de guerra. Pero, ¿dónde están o se esconden cuando al otro le sonríe la vida?

Recuerdo, de hace muchísimos años, el comentario sobre la amistad de uno de mis actores ingleses preferidos, Stewart Granger, en una entrevista en la televisión. Recordaba con honda tristeza a uno de sus más íntimos amigos, fallecido ya, que estuvo siempre a su lado, y sobre todo consolándole del dolor por la muerte de su madre a la que estaba muy unido, con lo que Granger le estuvo agradecido toda su vida al ver cómo compartió con él su sufrimiento. Pero ocurrió que una vez, junto a otros afamados actores británicos y por su buen hacer en el Séptimo Arte, Stewart fue recibido por la reina Isabel II de Inglaterra, quien le otorgó no sé qué medalla a sus méritos como excelente actor y de la que siempre se sintió muy orgulloso.

El amigo “consolador de penas” nunca-jamás le felicitó por ello ni le mencionó a lo largo de su amistad el logro de tal distinción, desvaneciéndose como el humo cuando en reuniones donde asistía Granger se tocaba ese tema.

Y yo me pregunto, ¿qué clase de seres humanos son aquellos que se consideran “buenísimos consoladores” ante el sufrimiento y la tragedia y no son capaces siquiera de coger un teléfono y felicitar al amigo/a si se ha ganado un premio de lo que sea o una pequeña quiniela que le alivie su economía, por ejemplo? “Obras son amores y no buenas razones”, decía mi abuela materna. Y verdaderamente estas actitudes tan negativas no las entiendo, porque una amistad sin demostraciones, también en las alegrías, es una amistad muerta y hay que poner ante ella un velo de repulsión. That is the question.

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